lunes, 20 de abril de 2015

Y NOS FUIMOS DE ROMERÍA AL IKEA



Crisis?, en Ikea no. En ikea lo máximo que puede llegar a haber es una crisis de ansiedad, de histerismo colectivo, de dolores de pies o de espanto ante tanto pasillo y tanta cosa.
Y todo nos gusta como si no hubiese un mañana ni más tiendas, ni más diseños.

Por otro lado, tranquilamente podrían rodar allí la segunda parte del corredor del laberinto y parte de la tercera.

- Chiquilla, ¿ esto no tiene fin?, le pregunté a una dependienta tres horas después de entrar y no divisar la zona de cajas.

Y vengan pasillos, y pasillitos en cada sección. Menaje, cocina, baños, dormitorios, salones. Ahí llega un momento en el que tranquilamente puedes confundir un felpudo con una toalla de baño, o un paño de cocina con las fundas para la almohada.
Jamás olvidaré ese momento en la zona de los sofás, en los que con la excusa, los probé todos y sentía como me volvía a circular la sangre.

Y ese otro pobre dependiente cuya misión es endosar tarjetas para que te gastes lo que quieras y más allí mismo, todo queda en casa.

- Tiene usted ya nuestra tarjeta?
- No le dije, mirando directamente a sus ojos, hoy he venido porque me han pillado de buen humor.

Lo entendió a la primera
Definitivamente, a lo de ir al ikea también se le puede llamar hacer el camino, no? Seguro que lo inventó un sueco detrás de un paso de semana santa, después de ir a una mascletá. Por eso es tan grande también, porque a esos eventos va mucha gente y el sueco los tenia que meter en algún lado.

- Dónde vas?
- De romería al ikea, hecha p´acá un bocaillo tortilla 
 Que pazada, que barbaridad. No me quiero imaginar lo que tiene que ser un ikea en China.
Dejarme salí.



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